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Articolo: “Mi hijo no puede desconectar”: señales de dependencia digital y cómo actuar sin conflicto

“Mi hijo no puede desconectar”: señales de dependencia digital y cómo actuar sin conflicto

“Mi hijo no puede desconectar”: señales de dependencia digital y cómo actuar sin conflicto

Vivimos en una sociedad en la que la tecnología se ha integrado en casi todos los aspectos de la vida cotidiana. Para los niños y adolescentes de hoy, las pantallas son parte natural de su entorno: las usan para aprender, comunicarse y entretenerse. Sin embargo, los adultos no siempre estamos preparados para acompañarlos en ese proceso.

Como psicóloga infantojuvenil, una de las preocupaciones que más escucho en consulta es: “No sé cuánto tiempo de pantalla es demasiado… ni cómo gestionarlo sin discusiones.”

El exceso de pantallas y su impacto emocional

Cada vez son más los menores que presentan problemas emocionales y de aprendizaje relacionados con el uso de las pantallas. En concreto, dificultades de atención y concentración, alteraciones del sueño, irritabilidad, baja tolerancia a la frustración y problemas de autoestima.

No se trata de demonizar las pantallas, sino de ayudarles a desarrollar una relación sana con ellas. Pero… ¿cómo conseguirlo?

“No es cuestión de prohibir, sino de acompañar.”

A menudo, los padres sienten que solo hay dos opciones: permitir o prohibir. Sin embargo, existe un punto intermedio. Aquí tienes algunos consejos para encontrar el equilibrio:

  • Establecer límites claros y coherentes. No se trata solo de poner un tiempo máximo, sino de explicar por qué es importante equilibrar su uso.
  • Priorizar los momentos sin pantallas. Las comidas, el rato antes de dormir o los juegos en familia deberían ser espacios de conexión real.
  • Dar ejemplo. Los niños aprenden más de lo que ven que de lo que se les dice. Si nosotros mismos estamos conectados constantemente, difícilmente podrán desconectar.
  • Elegir contenidos de calidad. Supervisar lo que consumen y hablar sobre ello fomenta pensamiento crítico y seguridad digital.
  • Fomentar otras formas de ocio. Deporte, lectura, manualidades o simplemente aburrirse también forman parte de un desarrollo saludable.

En resumen

Las pantallas no son el enemigo, pero su uso sin límites ni acompañamiento sí puede serlo. Los niños necesitan adultos que les enseñen a desconectarse para poder conectar de verdad: con su cuerpo, con sus emociones, con los demás y con el mundo real.

Educar en el equilibrio digital es una tarea de fondo, pero también una oportunidad para fortalecer el vínculo familiar y promover un desarrollo más saludable, consciente y feliz.